Soltar alivia el alma

La vida me ha enseñado que nada llega sin sacrificios y que a veces debemos estar en el fondo para saber lo que necesitamos y conocer nuestro norte. Si en marzo me hubieran dicho que hoy estaría tan feliz no me lo hubiese creído. La vida da vueltas y te sorprende con cosas que son casi imposibles de creer.

Soltar es bueni, créanme que lo es. Nos aferramos a ideas que tal vez (muy probable) no son la motivación que necesitamos. Soltar alivia el alma, te ayuda a ver nuevos horizontes y te abre puertas que creías cerradas. Soltar te llena de esperanza, de vida, de ganas. Para mi soltar era difícil en todos los sentidos (tristeza, amor, amistad…) pero Dios me obligó a hacerlo, de buena manera, porque el siempre obra para bien. Cuando logré entender que todo lo que he pasado fue para llevarme a este punto, mi vida cambió.

Todo aquello que no da paz, que no da alegría, que no hace sonreír, que te robe la energía, SUÉLTALO. Al final verás que todo llega en el momento perfecto, envuelto como un regalo en diferentes formas. Puede llegar como un amigo, un mensaje, una carta, una pareja, un familiar, pero siempre llega. Para que la casa pueda tener espacio y decoración nueva debemos sacar lo viejo y aquello que ya no aporta o no es útil. Cuando lo hagas, ahí tendrás espacio para lo nuevo, para redecorar, reconstruir, rehacerte.

Soltar ayuda a que cosas nuevas vengan y créanme y las que llegan siempre son mejores que las que ya no están.

Te perdono

Te perdono, te perdono por desearme el mal una y tantas veces. Te perdono por cada lágrima que me hiciste derramar aunque haya sido con intención o sin intención. Te perdono por hacerme creer tantas mentiras, por hacerme dudar de tantas verdades. Te perdono por el tiempo que perdí confiando, te perdono por el tiempo que perdí desconfiando.

Te perdono porque en el fondo tal vez algunas de tus acciones fueron sinceras, te perdono porque tal vez muchas de ellas no lo fueron. Te perdono porque estoy conciente que muchas veces me alejaste y fui yo quien no quiso irse, te perdono porque muchas veces fui yo quien se quiso ir y me detuviste. Te perdono por no entenderme en mis malos ratos, te perdono por tratar de sostenerme aunque no podías.

Te perdono por todo el daño que te hice y me lo reprochaste mil y un veces, te perdono por todo el daño que me hiciste y me culpaste de ello. Te perdono porque al final la decisión era inevitable, te perdono porque al final la decisión pudo ser más amable. Te perdono porque nadie debe cargar con los problemas de nadie y sin embargo tú cargaste muchas veces con los míos. Te perdono porque muchas veces cargué con tus problemas y no lo valoraste, o tal vez si.

Te perdono porque el peso de no hacerlo sería mayor, y necesito descargarlo. Te perdono por mi, no por ti ni por nosotros. Te perdono porque la vida se trata de esto, de conocer personas que te hieran, pero que te reconstruyan.

Te perdono y me perdono a mí misma por todo. Al final lo único que merezco y merecemos es PAZ y es lo que hoy en día tengo. Te perdono porque al perdonarte, me perdono a mi. Te perdono porque perdonándote me libero de ti, me libero de mi, de lo que fui y hoy puedo gracias a Dios ser yo y sobre todo ser feliz.

El monstruo que venceré

Es difícil levantarme, bañarme, desayunar y compartir con mi familia en el desayuno. Es difícil ir al trabajo, compartir con mis colegas, trabajar y sentirme feliz en esos momentos. Es difícil llegar a casa, quitarme la ropa, bañarme, cenar y contarles como fue mi día a mis padres y mi hermano, reírnos un rato, para luego nos demos las buenas noches y cada quien vaya a su habitación a dormir.

¿Por qué es difícil todo eso si pareciera una vida normal? Es difícil porque al final del día las noches no son tan buenas. Llegan los pensamientos y se me derrumba el mundo, me siento perdida y nisiquiera existen una razón. Siento una tristeza, que me invade todas las noches, como si fuera el monstruo de mis pesadillas, pero aún sigo despierta. Intento luchar con el pero cada día la batalla se me hace más difícil, cada día siento que pierdo. Yo se que no está bien, se que debo luchar y vencerlo pero las fuerzas se me agotan.

Me siento en un laberinto sin salida, atrapada, pequeña, sola y triste. Es un sentimiento que pocos entenderán o quizas nadie, a veces ni yo misma me entiendo. Por qué me siento vacía, será que todas las decepciones que he tenido en mi vida se han llevado pedazos de mi alma hasta quedarme vacía, sin nada. Sentirme sola cuando estoy con un montón de personas se ha vuelto algo común.

Pero, se que el laberinto debe tener una salida y si no la tiene la construiré yo. Porque he luchado de manera inagotable para salir de esto que ni yo misma se lo que es. ¿La pandemia? ¿Tanto tiempo de ocio? ¿Proceso para madurar? No se, solo se que algún día me reiré de todo esto, miraré al pasado y diré que triste fui por algo tan pequeño y mira lo feliz que soy hoy. Total, la felicidad es momentánea y nadie tiene una vida perfecta. Todos al final del día tenemos un monstruo, aún no se cuál es el mío pero algún día lo descubriré. Todos tenemos un monstruo que ataca nuestra paz, está en mi, en ti, en quien necesite saberlo, luchar sin cansarte para ganarle la batalla.

Sankofa

No puedo culparme toda la vida por los errores de mi pasado. Aunque claro está, si tuviera el conocimiento que tengo hoy no volvería a cometerlos pero ¿saben qué? Si no hubiera cometido todos ese pequeños y grandes errores no estaría aquí.

Mi vida hubiera sido mejor o tal vez mucho peor, pero gracias a todo eso hoy soy quien soy y estoy muy orgullosa de mi. He aprendido a valorar a los demás, a amar, a respetar y muchísimas cosas que antes no hacía. Lo mejor que he aprendido es que nadie es perfecto y que con el tiempo uno crece en todos los sentidos. Los fracazos y las fallas en nuestras vidas están para dos propositos: que aprendas de ellos o que los continúes haciendo hasta que aprendas.

Si la vida me permitiera cambiar cosas en mi pasado puede que en el momento diga algunas pero pensándolo bien diría que no, no quiero ser nadie más, quiero ser quien soy hoy y punto. Y pues quien me quiera me tendrá que querer con mis imperfecciones y juntos trabajar en ellas.

No puedo culparme toda la vida por cosas que hice o no hice. Eso al final no me traerá nada bueno, en cambio si decido enfrentar las consecuencias, continuar y aprender, de seguro al final seré un poco mejor que el día anterior. Por eso si algún día me llego a hacer un tatuaje será mi lema de vida “Sankofa” que significa “mira al pasado para crear el futuro, y no olvidar.”

¿Que recibirías?

A veces me cuestiono porque la verdad no entiendo muchas de mis acciones. Por qué doy apoyo a quienes no me apoyan, por qué amo a quienes no me demuestran amor, por qué doy todo de mi a quienes no lo merecen. Pues la verdad no tengo idea de por qué lo hago pero al final obtengo la satisfacción de que hice y hago las cosas bien. Que realmente al final no espero recibir nada a cambio, no hago nada esperando.

Claro está que sería lindo tener reciprocidad, que te amen como amas, que te valoren como valoras, pero la realidad es que no todo el mundo es capaz de hacer eso. Y no importa, porque todos somos diferentes. Al final doy mucho porque soy mucho, cada quien da lo que es. Quienes no se aman a sí mismos nunca llegarán a amar a nadie, quienes no se respetan así mismos nunca podrán respetar a los demás, lo mismo pasa con un montón de cosas. Sin embargo, nunca cambies tu escencia por lo que recibes del mundo. Manten firme tu personalidad (siempre y cuando sea positiva) y dale al mundo un toque de originalidad.

Lo importante al final del camino es entregar lo que quieres entregar. Todos recibiremos lo que merecemos ya sea hoy, mañana o en varios años. Cada quien recibe lo que cosechan, aquellos que cosechan amor, recibirán amor, quienes cosechan odio, pues es lo que recibirán. Por eso aunque sienta a veces que todo lo que hago es para nada, se que al final si tendré recompensa, sea como y con lo que sea.

Entonces, dicho todo esto, si hoy te tocara recibir lo que has sembrado en toda tu vida hasta el día de hoy ¿Qué recibirías a cambio? ¿Estarías conforme con lo que recibirías si te dieran lo mismo que has dado? Si la respuesta es si, continúa cosechando lo que has sembrado hasta ahora. Si la respuesta es no, aún hay tiempo para cosechad cosas nuevas.